"EL BUCLE DEL SOL", Vanessa Olvera
Sabes mi amor, pórtate bien
No debes llorar, ya sabes por qué
Santa Claus llegó a la ciudad…
Las puertas de la tienda abren, ya había gente esperando la temporada de rebajas en suéteres navideños. Me encuentro parada junto a la mesa doblando lo que iba hacer desdoblado en cinco minutos.
Acomodo la talla extra grande, después la grande, mediana y hasta el último la chica, los niños sacan los suéteres, las tallas se revuelven, pero ya no importa. Mejor me voy a la mesa de pantalones con mis doblados imperfectos. El jefe del departamento de caballeros me manda a bodega, ha llegado un nuevo camión de ropa, pasan los cargadores a las bodegas, dejan caer las cajas, comienzo a sacar las nuevas chamarras, dividirlas, voy palomeando en inmensas listas que las tallas y colores sean los correctos.
Ya es de noche, checo la tarjeta de salida, solo se ven las luces de los automóviles, espero el transporte, hace frío, ya quiero llegar a casa. Regreso por la mañana, cuando está saliendo el sol, checo la tarjeta de entrada, todos los días hay una junta para todos los empleados, nos dicen lo mismo, nos ponemos en circulo y hacemos el bailecito ridículo, no sé a quién se le ocurrió que eso motivaría a los trabajadores, terminamos haciendo el baile del pollo y todos nos vamos a nuestra área.
Sabes mi amor, pórtate bien, no debes llorar, ya sabes por qué… Santa Claus llegó a la ciudad… suena otra vez todo el disco de Luis Miguel, ya me estoy aprendiendo las canciones. Se abren las puertas de la tienda, hay gente esperando, los niños corren entre las mesas de las prendas que tengo que doblar, quizá este es el día de ayer, quizá estoy viviendo la semana pasada o la semana entrante… Sabes mi amor, pórtate bien, no debes llorar, ya sabes por qué… Santa Claus… llegó nueva ropa, cuélgala en los racks, máquina etiquetadora, nuevos precios. Sabes mi amor, pórtate bien, no debes llorar, ya sabes por qué… llegó la noche, checo la tarjeta de salida. Cuando sale el sol, checo la tarjeta de entrada, hace frío, otro día que Luis Miguel seguirá cantando, se hace la junta en circulo, bailamos como pollos, nos vamos a nuestra área.
Sabes mi amor, pórtate bien, no debes llorar, ya sabes por qué… la voz de Luis Miguel se distorsiona, la luz empieza a fallar, no se pueden abrir las puertas. El policía está explicando a los clientes que no podrán entrar, se prenden las luces de emergencia, no sabemos por qué solo se escucha: sabes mi amor, pórtate bien, no debes llorar… empiezan a parpadear las inmensas lámparas de los pasillos, los trabajadores no retiramos los ojos y las manos de la ropa, no nos desconcentramos, seguimos lentamente doblando, acomodando, talla extra grande, grande, mediana y chica, poniendo precios, arrastrando los racks… aquí estamos con nuestros trajes negros, en el no-tiempo, en nuestros respectivos departamentos de caballero, niños, damas, juvenil, todos hacemos lo mismo, en perfecta sincronía y sin retirar los ojos y las manos de la ropa.
Llega el jefe del departamento de caballeros, me dice que la electricidad la arreglaran pronto, se va acercando a cada uno para avisarnos, pero nosotros seguimos en el no-tiempo donde todo es más lento, todos ahí vestidos de negro, seguimos doblando, acomodando, talla extra grande, grande, mediana y chica, poniendo precios, arrastrando los racks…
De repente, llega la luz, Luis Miguel se empieza a escuchar más fuerte y rápido: sabes mi amor, pórtate bien, no debes llorar, ya sabes por qué… la gente ya está alrededor pidiendo tallas, los niños corriendo, veo la hora, ya tengo que checar nuevamente la salida, cuando vuelve a salir el sol, checo la tarjeta de entrada.
Vanessa Olvera
Nace en 1984 como la novela de Orwell, mazatleca de origen, pero crece en Morelia, historiadora de formación, escribe como válvula de escape.



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