"Renuncias", de Adriana Acosta-Bañales.
¿Qué inconformidades me ha implicado ser madre? Creo que,
si me soy estrictamente sincera, la acción que resumiría en mi experiencia de
vida como madre la mayor parte de inconformidades, sería renunciar, es
decir, abandonar de manera voluntaria el derecho a algo. A continuación,
enlisto algunas renuncias a derechos fundamentales, a las que “voluntariamente” tuve que optar por amor a la familia, a lxs hijxs y al status
quo:
Renuncia #1. Derechos sexuales y reproductivos
Quedé embarazada por “accidente” cuando cursaba el noveno
semestre de la licenciatura en biología y el último año para ser profesora de
inglés. Ante la noticia tan sorpresiva y con la apabullante presión religiosa,
social, económica, renuncié al derecho de decidir sobre mi cuerpo (ver
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos -CPEUM-, la Ley
General de Salud -LGS-, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida
Libre de Violencia -LGAMVLV-, las Normas Oficiales Mexicanas -NOMs-, la Legislación
Estatal sobre Interrupción Legal del Embarazo -ILE-).
Renuncia #2. Derechos laborales
Ante la urgente necesidad de alimentar una boca más, me
vi obligada a complementar el bajo ingreso de mi pareja, con la sobrecarga
laboral dando clases en tres o cuatro escuelas diarias, atendiendo de 200 a 400
estudiantes, sin tener horas ni días de descanso debido a las implicaciones
propias de la labor docente de preparar clases, calificar, cumplir con los
requerimientos administrativos, etc. Con el tiempo, tuve ascensos laborales
durante mis dos siguientes embarazos, puerperios e infancias de mis otros dos
hijxs, lo cual incrementó la carga laboral en los empleos remunerados. Renuncié
a horarios, funciones, carga y salarios laborales dignos (ver la CPEUM, la
Ley Federal del Trabajo -LFT-, las NOMs).
Renuncia #3. Derecho a la salud integral
Desde la violencia gineco-obstétrica que padecí en el
parto en el IMSS de mi primera hija, pasando por enfermedades desde agudas
hasta crónicas, un cáncer cervicouterino por VPH contraído de mi pareja,
disfunciones por estrés, burnout, entre otras, atribuibles al hecho de
maternar, renuncié a un estado de salud y bienestar físico y mental,
constantes y permanentes (ver la CPEUM, la Ley General de Salud -LGS-, las
Leyes del Sistema de Seguridad Social, las NOMs, los Tratados Internacionales).
Renuncia #4. Derecho a una realización profesional
Mi embarazo no planeado en la licenciatura me obligó a
desistir de mi sueño profesional de hacer una maestría y doctorado en Canadá.
Ni siquiera me pude titular porque le cedí todo mi trabajo de campo y parte del
trabajo de gabinete a mi pareja para que se titulara, pudiera obtener un mejor
salario y así cubrir los recursos financieros que urgían a la emergente
familia. Él llegó al doctorado, a premios locales, nacionales e
internacionales, aún después de su muerte. Renuncié a titularme, a adquirir
grados académicos y a desarrollarme en lo profesional, que era una parte
primordial en mi plan de vida (ver la CPEUM, la Ley Federal del Trabajo, la Ley
del Servicio Profesional de Carrera).
Renuncia #5. Derecho a un salario digno
Tres espacios laborales he cubierto durante varias
décadas de manera ininterrumpida: la docencia, los cuidados y la defensa y
conservación de un bosque. De los tres, sólo en la docencia he obtenido
ingresos, los cuales, por cierto, están muy por debajo de la media debido a que
el subsistema al que pertenezco (Secretaría de Cultura-INBAL-CEDART), no nos
remunera en la categoría federal correspondiente. Del sistema de cuidados de
tres hijxs y un esposo, al que le he dedicado 37 años de mi vida laboral, no he
recibido un solo peso. Tampoco de las jornadas de trabajo en TSÍNTANI Área
Voluntaria para la Conservación realizadas los fines de semana, puentes,
vacaciones, destinadas a la conservación y manejo de la biodiversidad de un
bosque de pino-encino, a las prevención de incendios, a las reforestaciones
anuales, a las acciones de educación ambiental en los cursos de verano, en los
recorridos guiados, en los talleres que brindamos, a los proyectos
comunitarios, a la casa ecológica y sus ecotecnologías, a la gestión de
eventos, al invernadero de hortalizas, a los cultivos de nopal y de tilapias,
al programa de rescate de burritos, al cuidado de nuestros perritos, a los
proyectos de colaboración científica con universidades, a las acciones de
difusión, divulgación y comunicación, a los desafíos de inseguridad y
conflictos con vecinxs de la zona, a los temascales que compartimos en
colectividad, al hospedaje y alimentación de personas visitantes, al
aprovisionamiento de recursos financieros suficientes para cubrir el salario y
el IMSS de un trabajador, el alimento y cuidados médicos de los animales a
nuestro cuidado, así como de las necesidades continuas de mantenimiento del
lugar. Renuncié al derecho cuyo principio se refiere “a trabajo igual,
salario igual” (ver la CPEUM, la LFT, la Ley General para la Igualdad entre
Mujeres y Hombres, las NOMs, los Tratados Internacionales).
¿Y tú a qué derechos fundamentales has renunciado por el
hecho de maternar?
AdriAcosta-Bañales
¿Quién
soy?
Soy mujer,
un sistema
biológico
abierto en
capas,
mi cuerpo,
esta nave
evolutiva
hecha de capas
que se crean
se destruyen
me
transforman.
Capas de
parásitos y simbiontes,
de luces y
oscuridades,
de abrazos y
rechazos,
de cariños y
abandonos,
de silencios y
tormentas,
de gozos y
tabúes,
de menoscabos
y esplendores,
de cicatrices
y tersuras,
de memorias y
vacíos,
de erotismo y
censuras,
de sueños y
realidades,
de ignominias
y dignidad,
de soberbia y
sencillez,
de escarnios y
empoderamientos,
de
maternidades y egocentrismos,
de
frustraciones y plenitud,
de colapsos y
fortalezas,
de violencias
y ternuras,
de injusticias
y condecoraciones,
de espinas
que atraviesan
mi piel
en gritos de
amor
del amor
inefable
que soy yo,
Adriana,
que eres tú,
que son
ustedes,
que somos
todas.
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