"La mancha", de Laura V. Medel


Martes 14 de marzo del 2000

Querido diario.

 

La maestra de Español nos pidió de tarea hacerte. A mí no me llama la atención escribir, pero cuando nos dijo que el diario puede servir para guardar secretos, me animé a escribirte; ya hasta había pensado en reprobar el bimestre. Me siento rara hablando con una libreta. Mi mamá a penas si quiso comprarte, saliste cara.

Pues regresando a los secretos, mi amiga Paula dijo que escribiría sobre el chavo que le gusta. Ojalá mi secreto fuera también de amor. Y además todas en la secundaria sabemos quién es ese que le gusta a Pau, eso no es un secreto, a lo mejor lo que ella se imagina con él, sí.

Vi al monstruo la semana pasada, en el tianguis. Mi mamá me lo enseñó por primera vez. “Vámonos, que ahí está el monstruo”, me decía mientras temblaba toda. Y me contagió un poco, y también temblé. Mi mamá ya no vio, porque se arrancó primero que yo del puesto de verduras, pero el monstruo aprovechó para saludarme, me hizo hola con la mano, al fin que estábamos frente a frente; me sonrió desde el puesto de revistas raras, de esas que traen hartas fotos de mujeres encueradas, se cruzó de un brinco hasta donde yo estaba como sin poder moverme, y de repente ya había puesto su hocico sobre mi oído, y clarito lo escuché decir: “hola, hija. Yo soy tu papá”. Y que se arranca también, sin decir adiós. Ya venía de regreso mi mamá, pensé que me había olvidado.

Pues lo que me dijo en secreto ese señor ya lo sabía yo. Pero me gusta más decirle monstruo; cómo a un desconocido le voy a decir papá. Es mentira lo que dicen entre cuchicheos mis tíos, que me parezco mucho a él. Yo no tengo esos ojos feos. Sentí asco solo de ver cómo con ellos me miraba. Pero ya me desvíe y según yo te iba a contar mi secreto. Perdón que me distraiga tanto, de todos modos la maestra dijo que en el diario podemos platicar prácticamente de todo, no solo secretos.

Mamá suele contarme que un día, de repente, aparecerá sobre la sábana, escurriendo entre mis piernas, “la mancha”. En la escuela nos dijeron que eso se llama menstruación. Mi mamá siempre habla en código, por ejemplo, el monstruo se llama Horacio, eso lo supe porque una vez haciéndome la dormida escuché hablar a la abuela de él, con ella. Así también escuché a mis tíos decir que mis ojos son como los de él.

Regresando a la mancha, pasó desde ayer a la hora de matemáticas y no he podido contarle a mamá. Mis amigas me han regalado toallas, con esas tres aguanto en lo que encuentro cómo decirle a mi ma’ que ya. Cuando ella me habla del día en que me llegará la mancha, termina llorando, siempre. Le aterra, por eso no sé cómo decirle, no quiero hacerla sentir mal. Aunque no ensucié ninguna sábana una mañana al despertar, solo fui al baño entre clases porque sentí algo extraño y cuando me senté en la taza vi la sangre en mi calzón.

Lo que le aterra a mi mamá es que una deja de ser… de ser niña, cuando sangra de por ahí. Así lo dice ella, la abuela, todo el mundo. Desde que en clase tuvieron que sacar a los niños para que a las niñas nos hablaran, el director y la maestra, en una clase tipo secreta (porque nos pidieron no contarle a los niños), de la menstruación, entendí que de plano sí es algo como que malo.

Pues ese es mi secreto, que ya soy una “señorita”. Yo me sigo viendo igual, me siento igual. Señoritas las de la prepa o las de la universidad, o incluso mi mamá, que aunque se ve de la edad de la hermana mayor de la Pau, le dicen señora. La diferencia es que la hermana de la Pau no tiene hijos ni hijas, y mi mamá sí me tiene a mí. Yo creo que si mi mamá no me hubiera tenido, ahorita estaría terminando la universidad también, como la hermana de Pau.

Ah, y también deja contarte, volví a ver al monstruo, justo ayer, fue a buscarme a la hora de salida. Mi tía Inés nunca tarda en llegar a recogerme, pero ayer sí. Tampoco salgo sin mis amigas, jamás, pero ayer quise salir primero que ellas porque quería llegar antes a casa para esconder las toallas. Si las dejaba en la mochila luego Angelito me la hurga y me anda dejando todo tirado en el piso; mi tía Inés nunca lo regaña, como es su hijo y es el más chiquito de todas las primas y los primos, es el consentido en la casa, hasta el mío.

Te dije que me distraigo mucho, a mí sí me gusta platicar. Lástima que ahorita sea con una libreta. Aunque ya llevo varias hojitas. Nunca había escrito tanto, creo que puedo agarrarle el gusto. Ahora sí, te decía, apenas había cruzado la puerta de la escuela cuando el Horacio salió de la nada y me jaló del brazo. “Hija”, me dijo, y luego me preguntó que cómo estaba, que cómo me iba en la escuela, que si ya me había venido la menstruación, y quién sabe qué más. Hasta pensé que había olido mi sangre. Le dije que sí, que ya me había venido la menstruación, pero obvio no le dije que esa misma mañana. Como que su cara de alegría se le transformó a cara de decepción, y menos mal, esa cara daba menos cosa. Me soltó y por fin pude sobarme el brazo, y luego me dijo: “así no me sirves”. Y se fue. Y qué bueno, me daba pena imaginar que si salían mis amigas me vieran con él, porque viéndolo bien sí está como monstruo, todo feo. Y no me parezco a él, ni necesito a disque un papá.

 

Laura V. Medel 

(Nezahualcóyotl, Estado de México, 1992). Escritora de ensayo, crítica cinematográfica, poesía y otros géneros; ilustradora, editora. Estudió la licenciatura en Filosofía en la FFyL, UNAM. Profesora de Análisis de Textos Literarios y tallerista de Creación Literaria en Casa del Constituyente, en Texcoco. Es coautora del primer y segundo volumen del Diccionario Filosófico para Jóvenes, dirigido por la Red Mexicana de Mujeres Filósofas, de la cual es miembro. Sus colaboraciones literarias más recientes incluyen participaciones en diversas antologías físicas y digitales, tales como la antología digital de minifición “Contra toda violencia” (Kañy, Argentina, 2023), la antología digital de minificción “Huellas de la memoria” (Revista Brevilla, Chile, 2024), la antología digital de minifición “Mutaciones”(Eos Villa, Argentina, 2024); las antologías físicas de escritura autobiográfica “El muro desaparece. Cuando nosotras escribimos” volúmenes I (2023), II (2023) y III (2024), editadas por las editoriales mexicanas independientes Lluviedad y Plumas de Lesbos; así como en la antología física “SUNSHINE/NOIR III; writing from San Diego to Tijuana”, edición bilingüe, publicada bajo el sello editorial San Diego City Works Press (2025). Es colaboradora frecuente en espacios literarios del medio virtual como Especulativas, Salidas del Tintero, Enpoli y Vozifiera.


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