"Eclosión nocturna", de Viridiana Ortiz Ponce
Estaban tres cascarones en la tarja del fregador, leí la receta para el pastel y mencionaba solamente uno, pero mi abuela ya vieja y olvidadiza era quien más tiempo pasaba en la cocina, se le conocía en el pueblo por sus remedios, pero aún más por sus conjuros, ella veía en la noche la imagen de que todo en la oscuridad se desvela.
Tomé los cascarones y los puse en la basura, no había nada para comer y mi abuela había salido, no le di importancia. Tomé el computador, me puse a adelantar trabajo, se me fue el tiempo y claramente mi abuela no había regresado. La noche ya había entrado, entonces salí al jardín, tal vez, nunca salió. Fui a su habitación y solo el silencio y el espesor me acompañaban, ningún rastro de mi abuela.
—Rompe el huevo, deja que sea lo que está adentro lo que te guíe —, esas palabras las escuchaba desde niña, cuando creía que la repostería era su único trabajo, cuando pensaba que el llamarle bruja era solo por la gente envidiosa.
—Rompe el huevo en la noche, cuando la luna esté llena, y desvelará aquello que quieres saber —, entonces como si alguien me estuviera hablando volví a la cocina, ese pensamiento no salía de mi cabeza, yo nunca había roto el huevo más que para cocinarme el desayuno, pero se me hizo muy raro que mi abuela no regresara, ni siquiera sabría a donde salir a buscarla, esa mujer siempre tenía un halo de misterio a su alrededor.
Lo único que tenía claro en ese momento era que mi abuela, el único familiar que tenía desde que tengo memoria, la única frase que recordaba de ella era esa: Rompe el huevo, en la noche oscura cuando la luna este llena.
Tomé tres huevos, rompí el primero, por el hedor casi vomito, salió el feto de un pollo, lleno de sangre color rojo vivo, casi escuchaba trinar si no fuera porque una de las entrañas se le había salido como si un cuchillo lo hubiera traspasado. Rompí el segundo y de ahí salió el negro espesor de la noche, no tenía aroma alguno, pero parecía un coágulo de sangre podrida; rompí el tercero, un huevo duro y muy pesado, ya no sabía si se trataba de mi cansancio, de la pesadez o de las alucinaciones que había tenido desde niña.
Del tercer huevo salió mi abuela, vieja en forma de gusano.
Viridiana Ortiz Ponce
Nació en la ciudad de Morelia, Michoacán. El 5 de octubre de 1993. Es maestranta en Educación Positiva por la Universidad TecMilenio, licenciada en Lengua y literaturas hispánicas por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, estudió una especialidad en Periodismo Político en la UDEM, tiene un diplomado en Historia del arte Contemporáneo en la Universidad Anáhuac. Se ha desempeñado como docente por más de cinco años en el Tecnológico de Monterrey en el área de Español y literatura a nivel bachillerato, por más de dos años colaboró con el Centro de escritura de la misma institución. Ha impartido clases en la Universidad Vasco de Quiroga en la carrera de Ciencias de la Comunicación.
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