"Cuerpo" de Bertha Serrano Torre

 

Tierra

Aire

Fuego

1.      Mi cuerpo está compuesto por estos tres elementos.

2.      Las personas ven a una mujer de mediana estatura, cabello castaño que usa jeans, suéteres o vestidos cuando camino por la ciudad. Pueden creer que soy una citadina más.

3.      Mi hogar, en realidad, es el bosque.

4.      Puedo ser tan alta como los árboles o tan pequeña como una araña.

5.      Uso vestidos verdes; raíces y ramas que cubren mis piernas y brazos. Me encanta llevar coronas de flores de todos colores y olores.

6.      ¿De dónde vienen las raíces y las ramas? De mis venas.

7.      Puedo camuflarme con los árboles.

8.      Hablo con ellos; les encanta compartir sus saberes conmigo. Mismos que trato de impartir en la ciudad, pero no hay oídos para ello.

9.      Los árboles son los amigos más longevos que tengo. Tengo amigos entre los humanos; me sobran dedos de las manos para contarlos.

10.  Las hojas de los árboles aman jugar con mi cabello.

11.  Tomo siestas en camas hechas de musgo.

12.  Convivo con bichos, animales, criaturas mágicas y mujeres como yo.

13.  Entre las criaturas mágicas están las hadas: les encanta jugar con todes les habitantes del bosque. Nos despertamos al ritmo de su música. En noches oscuras, las pequeñas criaturas iluminan nuestro camino.

14.  Amo la lluvia, permite que me hidrate, mis raíces y mis hojas permanecen fuertes.

15.  Andar descalza en la tierra húmeda me tranquiliza. Los latidos del bosque y los míos se sincronizan.

16.  Cuando me dejo llevar por el aire que llena mis pulmones, forma mi cerebro, mis pensamientos puedo crear magia con mi aliento y mis manos.

17.  Un silbido mío puede agitar las copas de los árboles. Si soplo – como si apagara una vela – hago a las hojas girar en el aire, en círculos. Si pongo atención puedo oír risitas y exclamaciones.

18.  Me gusta soplar e impulsar a las aves a explorar la vasta extensión de su hogar. Algunas veces quieren salir de ahí, conocer la ciudad, seguir mis pasos. Les doy un pequeño empujón, pero siempre regresan espantados.

19.  Me gusta impulsarme hasta las nubes, moviendo mis brazos de arriba hacia abajo, dejo que el viento me levante. Después me dejo caer y muevo mis manos de un lado a otro, creando ráfagas de aire que amortiguan mi caída. Las hojas me comentan que cuando hago eso creen que soy una de ellas.

20.  Muevo las manos en círculos y produzco huracanes.

21.  Provoco tornados cuando giro sobre mi propio eje.

22.  Estos fenómenos los desato en las urbes, jamás en mi casa.

23.  Si estoy triste, los vientos son fríos.

24.  La calidez en el aire es gracias a mi alegría.

25.  Dejo de lado los vestidos verdes, el gris, el azul claro, el blanco son los colores que conforman mis telas.

26.  No más rizos castaños; mi cabellera se torna blanca y lacia, se mueve al compás de mi andar.

27.  Soy una con el bosque. Todo a mi alrededor crece y yo crezco a la par.

28.  Hay que hablar del fuego en mi corazón.

29.  Mi cuerpo permanece caliente en tiempos de invierno, incluso en los más desalmados.

30.  Comparto mi calor interior con mis amigas más cercanas.

31.  Un chasquido de dedos genera chispas, suficientes para prender pequeñas fogatas para que las hadas pasen noches cálidas.

32.  Puedo generar pequeñas llamas en la palma de mi mano y así iluminar el andar en noches en las que no puedo ver mis alrededores. Es una forma de ayudar a las hadas cuando están exhaustas.

33.  Es el elemento que más uso en la ciudad.

34.  Ahí descubrí que me gusta como ver cómo se queman las cosas, sobre todo las hojas. Los bordes en los que empieza la flama pasan del naranja brillante al negro y se vuelven ceniza.

35.  Aprendí lo que es la ira y lo que puedo hacer con ella.

36.  La ira. Siento el calor de las llamas formarse en mi estómago, subir hasta mi pecho, enredarse con fuerza en mi corazón de ahí esparcirse a mis brazos, manos y pies. Una de las consecuencias es que quemo las raíces y las ramas que habitan en mí.

37.  Por eso después del enojo necesito días y noches de lluvias torrenciales para que vuelva a crecer la vida en mí.

38.  Logro huir al bosque y refugiarme hasta tener energías para seguir adelante con mi vida.

39.  Un día, un citadino poderoso, decidió quemar uno de los bosques en el centro de la ciudad. Todo para construir un centro comercial. Pensé en mis amigos y en mis amigas, en mi hogar fuera de esa ciudad, de ese país.

40.  Mi furia me llevó a incendiar los edificios de las alcaldías aledañas.

41.  Aprendí que mis arranques de ira pueden acabar con todo mi hogar.

42.  Les citadines no son tan unides, amables, respetuoses como lo somos las mujeres que vivimos en el bosque.

43.  Dejé pasar insultos, burlas, que sobrepasaran mis límites, agresiones físicas porque no sabía cómo defenderme. No había necesidad alguna de aprender eso en el lugar del que vengo.

44.  Una de mis pocas amigas de ese lugar me dijo que no tenía que permitirlo. Me explicó qué era una agresión, cómo identificar qué acciones y qué palabras eran dañinas.

45.  Mi única herramienta de defensa fue el fuego.

46.  Un chasquido de dedos podía prender en llamas las prendas de la persona agresora. El fuego que podía prender en las palmas de mis manos ahuyentaba a las amenazas. Podía quemar a una persona con solo tocarla por unos segundos. Podía quemar a mis enemigos con sólo pronunciar la palabra “arde”.

47.  En la ciudad mi vestido se volvió rojo, al igual que mi cabello.

48.  En vez de ramas, mis brazos y mis piernas se llenan de tallos repletos de espinas y rosas carmesí; cualquiera se espina si trata de tocarme.

49.  Si quiero gritar, insultar mas no dañar lo único que puedo hacer es vomitar pétalos de rosas algo quemados.

50.  Esto dura unos cuantos días. No estoy más de un mes en un lugar tan gris e irrespetuoso como la ciudad.

51.  Regreso a mi hogar, a mi vestido verde, a las hojas. Comparto mis historias con tode aquelle que guste escucharme.

52.  Estos últimos días un viento helado recorre los árboles. Es mi temor. Vi lo que les hacen a los bosques; fui ignorada sobre cuidados; presiento que mi hogar puede ser el próximo.

 

 

Bertha Serrano Torre

(Ciudad de México, 1993). Estudió Lengua y Literatura Modernas Inglesas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente, trabaja como escritora de reseñas en una editorial estadounidense independiente. El género literario en el que se desenvuelve es la narrativa. La ficción especulativa, como el terror y la fantasía, es recurrente en sus cuentos y micro ficciones. Ha publicado varios cuentos para blogs feministas; entre ellos: “Mamá y papá” en RUMEscritoras, “Almuerzo” y “Por siempre” en Especulativas Mx. Su micro ficción “Te entregué mi corazón” fue incluida en la compilación El amor y otras fantasías (Anapoyesis: Literatura, Arte y Cultura, 2022). Dos cuentos suyos se encuentran en edición para próxima publicación, “Mentiras Escarlata” (Aquelarre de Tinta) y “La pequeña titiritera” (De Brujas y Nahuales. Club de Lectura).

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