"Dolor y escritura", de Alejandra Tello.

¿La escritura alivia el dolor? No necesariamente. Hace mucho escribía diarios con la esperanza de curarme. Escribía por horas, páginas y páginas, libretas enteras que iba guardando en un cajón. Recuerdo que eran pequeñas y muy gruesas. Tal vez por eso, cuando las llenaba de letras, pesaban como si tuvieran un lago adentro.

Pasaron los años y se apilaron las libretas, lo mismo que el dolor. En lugar de sanar, me perdí en mis propias palabras buscando y rebuscando una solución. Me sentía como alguien que camina descalza con los ojos vendados, sosteniendo un palo entre las manos para defenderse: equivocándose siempre, llena de miedo, permanentemente alerta, frustrada y fatigada.

Me desesperé de escribir siempre lo mismo, siempre, cada vez. Las mismas palabras y las mismas sensaciones que me conducían a los mismos lugares. Un espacio pequeño y cerrado. Demasiado conocido, incansablemente mirado. Esperaba encontrar alguna salida, algún modo, truco, magia, milagro. Pero no ocurrió y dejé de escribir diarios, harta de narrar siempre un mismo día.

Pasó mucho tiempo para que volviera a escribir. No quería hablar sobre mí. Al menos no de manera literal. Entonces, empecé a hacer cuentos.

Lo que detonaba mis historias eran instantes, detalles, sensaciones que, por alguna razón, me cimbraban. A partir de esos elementos, construía narraciones que incluían algunos de los momentos más complicados de mi vida. Para que no fueran evidentes, los despojaba del contexto y me quedaba sólo con la raíz de la sensación, esa que seguía punzando dentro de mí. 

Tampoco me curé, pero sí había cierta sensación de desprendimiento. De algún modo me liberaba de una carga, o de una parte de ella. Sacaba de mi interior algo que no le pertenecía.

Es posible que escribir no me va a sanar nunca, o no como me gustaría. Lo que probablemente sea posible, es que si tomo esos fragmentos (los más terribles y dolorosos) y creo algo con ellos, si construyo otra cosa que no sea ese dolor insuperable, estancado y destructivo, tal vez… tal vez, algún día.


Alejandra Tello

(CDMX 1978). Licenciada en Ciencias de la Comunicación y, próximamente, en Lengua y Literatura Hispánica por parte de la UNAM. Escritora y artista plástica. Entre sus publicaciones están: “Presencias” (2000), crónica sobre el asesinato de una estudiante en el marco de la huelga universitaria de 1999; “Confesiones” (2019), cuento ganador del XXVII Certamen Literario Juana Santacruz, organizado por el Ateneo Español; “Interior 407” y “Con los ojos abiertos”, cuentos publicados en la revista Página Salmón.


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