"Babysitter zero", de Betty Júpiter

La gente adora la imagen de la niña de la chatarrería: superdotada, linda y con carisma para las cámaras. No es nada parecida a las niñas de los políticos, que ven por encima del hombro a cualquier persona que no alcanza su poder, que se cuelgan entre la corbata de papi para pedir lo que se les antoje con el dinero público. La niña llegó a los tres años, en una caja de cartón amarilla con letras chinas. El repartidor tenía una sonrisa amable y cuando entregó la caja me dijo “felicidades es una niña”.

Pensó que yo era la mamá y sentí nervios y una ternura estomacal de insectos voladores en mi estómago. La risa nerviosa me delató, puse la caja en la recámara de la señora y me fui a terminar el desayuno. En dos meses la niña aprendió a leer y hace un mes aprendió la tabla periódica. Conversa con una elocuencia total, su buscador es eficaz, incluso mucho más exacto que los dispositivos que funcionan con 3H, es increíble. Una no cree que en ese dispositivo... perdón, que en ese cuerpo pequeño habita una niña.

Cuando la señora se va, me encargo de su cuidado, que su batería no se agote para cuando la señora esté en casa y que su software esté sano. Las niñeras somos expertas en crianza pero también en sistemas, así que nosotras podemos hacer ajustes en las aplicaciones de los infantes. La señora dice adiós mientras las puertas del elevador se cierran.

Yo cambio las piezas de ajedrez por crayones y unas hojas blancas.

Escucha, no quiero que me digas el gramaje, ni tipo de papel, ni su composición, nada de eso, quiero que dibujes a tu animal favorito.

Niña busca en su base de datos las palabras por separado, primero animal: según el diccionario es un ser vivo y después favorito: preferencia de elección. Entonces pone las palabras en conjunto, forma la frase y comienza a dibujar un oso panda, el mismo que vio en unos aparadores de la fábrica cuando marcaron con un sello indeleble la palabra “mercancía” en su brazo derecho.

¿Niña, por qué dibujaste un panda?

Son tiernos, su pelaje esponjoso me recuerda los hidrometeoros que se forman en tu atmósfera.

¿Y puedes recordar cuándo fue la primera vez que viste a un panda?

Sí, hay unos aparadores, es un centro comercial, ahí están las fotos de los pandas.

Sonrío conmovida y muevo mi cabeza de arriba hacia abajo, confirmando con orgullo que me gusta lo que dice. Estoy segura que la niña pertenece a alguna línea de ensamblaje rara de la segunda generación que estaba probando mejoras en sus productos.

Ha logrado crear memorias, es fascinante; porque las niñas de la segunda generación no tenían en sus archivos reconocimiento facial y su base de datos es temporal, es decir, las imágenes que son consideradas spam o no necesarias para la convivencia en casa se borran del cerebro interno en un lapso de ocho segundos. Tampoco contaban con el algoritmo para ser afines a sus tutores. Los niños de la cuarta generación tienen algoritmos bastante eficaces que los hacen congeniar de forma inmediata con los gustos y personalidad de los adoptantes. Son niños perfectos, o al menos es lo que se anuncian en los reels, les prometen tranquilidad a los tutores. Ningún berrinche, ni decepciones, ningún deseo sin su aprobación, ni elecciones sin su autorización. Obediencia total las veinticuatro horas.

No es coincidencia que la señora haya adquirido a niña de una versión muy desactualizada, su equipo de marketing le recomendó ser mamá para obtener más votos en las elecciones. “Mira que dulce mujer, sacó de la chatarra a una niña de hojalata ”. En solo dos meses las encuestas subieron.

Porque los niños en las chatarrerías merecen un hogar. VOTA PÚRPURA, VOTA YA. Todos piensan que los están salvando, pero, ¿de qué? De otros adultos, de la lástima de una humanidad que no los comprende y los desecha mientras aceleran en cuartos de deshechos su putrefacción a solo treinta años. Las personas no admiten que dentro de esa lástima que sienten hay un sentimiento de desprecio.

Como nosotras: despreciamos a las señoras, el sentimiento de lástima no es nuevo. Siempre hemos pensado que somos mejores mujeres por no tener hijos y tenemos lástima de las que sí los tienen; pobres, decimos a solas. La maternidad las tiene esclavas, bueno... no a todas. Las madres de droides son mujeres libres, con el privilegio de pagar para que cuiden de ellas y de otros. No somos las únicas con lástima. Ellas nos ven con dolor, creen que somos mujeres mutiladas, perversas, sin capacidad de sentir ternura o amar, con la cabeza tan hueca que solo nos funciona agradarles a los hombres que piensan que somos mujeres de alto valor sexual por elegir no ser madres y así, vamos por la vida con lástima.

Creo que el día en que las mujeres no tengamos lástima de otras, porque la lástima es una humillación, habremos ganado una batalla para que los niños dejen de ser un castigo o un premio.

La señora abre la puerta y su sonrisa emite una luz resplandeciente.

Segunda semana que lideró las reacciones positivas de la gente. Estoy segura que el partido púrpura se va a quedar. Suspira dejando escapar el aire que le oprime el pecho. 

Prepara a la niña, hoy vamos a ir al cine, si tú quieres también puedes ir con nosotras, cámbiale la peluca rubia por una café y ponle el vestido más corto que tengas. Mi equipo de marketing me dijo que la imagen de la niña tiene que causar empatía con los estratos bajos, porque ahí, querida, ahí están la mayoría de votos.

¿Nosotras? ¡Qué locura! Puede ser para otro evento. Odio ir al cine. No voy desde que era niña.

Sus ojos me miraron desde una lejanía única, como si yo fuera un objeto desconocido, que no pertenece al entorno. 

¿Quién le tiene miedo al cine? ¡Qué estúpido!

Nunca me he negado a nada, me quedo horas extra, fines de semana, por la noche, pero esto no, no, lo odio.

Retoco la peluca de la niña con laca, las dos se fueron a los sillones de piel y se conectaron en los sensory headphones.

La película termina, la niña me toma la mano, me habla con una voz plana que me causa escalofríos, se supone que la modulación de su voz siempre debe agradar al oído.

Papi.

¿Qué vieron?

Revisa qué ocurre, ese tono de voz no me gusta.

Nos quedamos a solas, me hinco para ver a la niña de frente.

¿Quién es papi?

Para desbloquear la carpeta papi debes de decir la contraseña. Para desbloquear la carpeta papi debes de decir la contraseña. Para desbloquear la carpeta papi debes de decir la contraseña. Para desbloquear la carpeta papi debes de decir la contraseña. 

Apago a la niña de un tirón y la coloco en el cuarto de recarga. Voy a buscar los datos del producto para obtener más información sobre las carpetas y su uso. La contraseña debe de ser del tutor anterior, un artículo indica que en la generación uno y dos se les pedía a los tutores establecer contraseñas con el número de serie de sus productos. 

¿Por qué me tomó de la mano? Las niñas de la segunda generación no están preparadas para responder al tacto, ni nada por el estilo, a menos que se les ordenen. Me niego rotundamente a continuar con mi idea de que no hay algo de emociones en estos niños, pero también siento esperanza, siento que este es un camino menos jerárquico y más empático con ellos. Si realmente han logrado desarrollar algo como sentimientos, entonces la ley tendría que modificarse, su manual de su uso también.

Tengo tres intentos para desbloquear la carpeta antes de que se destruya completamente, ojalá sí sea el número de serie. Acceso correcto, la carpeta papi se abre. Entiendo, son frases que su antiguo tutor guardó. Doy play: de fondo se escuchan pasos, una voz masculina le dice que se acueste, el hombre que le da la indicación se detiene, deja caer unas llaves sobre una superficie de madera, se escucha el aire y crujidos, se está quitando la ropa, el cinto, hay unos minutos de silencio, después la voz de la niña emite un quejido. Me dan náuseas y escalofríos. Le indico que pare la grabación. Comienzo a llorar de manera descontracturada, me duele el pecho. Te pasó lo mismo que a mí, la abrazo. Los recuerdos del cine me atraviesan como una daga que se hunde más y más. Mi cabeza se calienta de coraje, pero hago una pausa a lo que siento porque sé que necesito actuar. Marcó a los servicios de emergencia sin pensar. Sigo los pasos que indica la grabación, no podrán atenderme hasta que baje mis niveles de estrés. Tomo la mano de la niña y pienso en pandas, después sigo los pasos que me indica la grabación: guardar las carpetas del crimen para que no sean eliminadas.

Cuando voy a enviar la ubicación la llamada se corta, otro intento y se corta. ¿Cómo es posible que haya sucedido esto si se supone que en México se erradicaron los grupos que traficaban con los droides? Me doy prisa, algo pasa, no se pueden detener las señales de los servicios de emergencia. Busco la información de paquetería, le indico a la niña que busque los detalles del origen, de cuando llegó y encuentra la siguiente información: el puerto de origen de los droides está a nombre del presidente del partido de la señora. La marca que los distribuye aquí pertenece al hijo del presidente. Sí, el mismo que hace cinco años fue acusado de distribuir pornografía infantil.

Sigo incrédula, y con el malestar acumulado en el pecho. La señora llega al cuarto y un guardia se lleva a la niña. El otro guardia me coloca algo que no distingo con su mano, estoy imposibilitada para oponer resistencia. Comprendo qué sucede. ¿Qué harán conmigo? 

Si te portas bien seré buena contigo, no se eliminarán todas tus memorias.



Betty Júpiter

Nací en Texcoco, Estado de México y soy residente de la ciudad de Saltillo desde hace nueve años. Escribo cuento y poesía, he participado en un par de antologías.

Comentarios

Entradas populares