"Drogas para olvidar", de Áurea Camacho
Es curioso cómo funciona la memoria. A veces he pensado que es una maldición poder recordar tantas cosas. No me imagino cómo será para quienes tienen memoria fotográfica. La mía no es tan prodigiosa, pero a veces la detesto. Sin embargo, me ha servido también de termómetro. Este año fue el primero que no recordé tu cumpleaños. Sentí algo de culpa, he de confesar, pero también un poco de alivio. ¿Será que por fin te estoy dejando atrás? Tal vez el duelo se cura con la acumulación de cientos, miles de experiencias nuevas que van diluyendo la pena.
Hoy me apareció la notificación de “Es cumpleaños de T”. Claro, sé que tienes montones de perfiles con fechas falsas y donde supuestamente vives en Grecia o Sidney. Y me pareció gracioso que por un momento volví a dudar si era tu cumpleaños, aunque claramente no lo es. Después, poco a poco recordé que era el cumpleaños de tu papá. Vaya broma póstuma. Dos hombres muertos nacidos el mismo día, con el mismo nombre.
“This is my way of saying goodbye
'Cause I can't do it face to face
I'm talking to you before”
Suena en mi cabeza Radiohead, de manera involuntaria. ¿Ves lo que digo? Maldita memoria. Las madalenas de Proust en versión musical.
Nunca sabré qué decía esa carta. En un arranque de furia, dolor o locura la hice trizas. Supongo que fue para bien. No sé si podría vivir recordando cada palabra que escribiste, cada “adiós”, cada “perdón” o cada chiste idiota que seguramente pusiste como una forma de hacerme reír en medio de la tragedia. Ahora pienso que sólo teníamos eso: la escritura, como un hilo invisible que nos mantuvo juntos aunque ya no debíamos. “Hoy releí a Platón, decías”. “Yo a Loriga, contestaba”. Y los dos sabíamos que tú hablabas de la Poética y recordabas nuestras pláticas sobre la mímesis, la imitación de la vida y pasábamos a R.E.M. y Dr. Seuss. Y yo volvía a recordar las clases de Juan, de Toño, de Estrella y la crisis nerviosa que casi me hace abandonar la carrera. Hoy que recuerdo a Loriga, quisiera una de las drogas de su libro, drogas para olvidar, para olvidarte, aunque me consuela un poco saber que ya te empiezas a ir, en caminitos hacia el cosmos como diría Fobia. “Nada me alivia tanto como irte dejando atrás”.
Áurea Camacho
Escritora y lectora. Mamá de dos niñas, tres perros y un gato. Roquera en tiempos de reguetón. Le robo minutos al día para escribir las historias que rondan mi cabeza.
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