"Letanía", de Monserrat Jacobo


Elvira quería entrar brincando en un pie

y luego en dos

y luego en uno otra vez sobre un avión pintado de colores en el piso, pero Elvira está de cuclillas pisando su falda escolar, las calcetitas que debían llegar a sus rodillas, rodean flojas y amarillentas sus tobillos. 


Elvira quería pararse en el columpio y volar, pero Elvira tiene los pies enraizados al piso, tiene los ojos  apretadísimos que le surcan arrugas en su rostro infantil, en su rostro de puberta.


Elvira quería echarse a reír, pero Elvira tiene los dientes rechinando, la mandíbula trabada de dolor, su frente está aperlada con gotitas de sudor, su respiración entrecortada sube y baja al compás de su cuerpo tierno, y al mismo tiempo madurísimo.


Elvira inhala, toma fuerza, con una manita temblorosa, prende una veladora más para completar una media luna de fuego; no son luces de bengala lo que ahora le quema los dedos, no huele a ponche, ni a caña, ni a canela, ni a piñata rota salpicando de multicolor las risas. huele a flores muertas con su agua estancada, a sudor y aliento caliente, a ombligo y costra.


Elvira toma un hondo suspiro y con el cuerpo entero, contraído, apretado, contenido, puja una vez más, su sexo aro de luz se vuelve volcán, carne, río de lava, herida, caudal de coágulos, nacimiento muerto. 

una masa gelatinosa cae sobre el piso no-avión-de-colores, sino piso rojo de sal y orina.

un cordón umbilical aún la une con la bestiecilla, tira con sus dedos, hasta desembarazarse por completo de la pequeña placenta.


Elvira toma en sus manos a la criatura, no está viva, no podría estarlo sin parasitar de ella, Elvira la observa fijamente, no sabe que sentir.

ella no quería ser madre

madre niña

ni madre niña vuelo de cometas

madre de la divina gracia

ni madre niña de rodillas raspadas al rojo vivo

madre purísima

ni madre niña jugando al escondite de sus garras

madre castísima

ni madre niña entaconada con el calzado adulto de su madre

madre virgen

ni madre niña de dedos chorreantes de helado, mugre y miedo

madre inmaculada

ni madre niña en su primer día de escuela

madre amable

ni madre niña bailando entre las olas

madre admirable

ni madre niña doradita en la puesta del sol

madre del buen consejo

ni madre niña voladora de mayates

esclava del señor

ni madre niña brincando bajo la lluvia

espejo de justicia

ni madre niña grito que nadie escuchó 

espejo de justicia

ni madre niña jugando a ser madre, acunando en sus bracitos la acuosidad crisálida de membranas traslúcidas con sus ojos sin párpados abiertos siempre al horror.

espejo de justicia

madre niña con su casita de muñecas abandonada, donde ella no cabe, su cuerpo flaco y larguirucho no cabe, sus sueños no caben, su hijo-hermano, carne de su carne, no cabe

espejo de justicia

espejo de justicia

espejo de justicia


Elvira pone en el altar, a los pies de una virgen de yeso, su pecado mortal, su ofrenda fetal 

AQUÍ ESTÁ LA SANGRE DE MI SANGRE, TU HIJO, RUEGA POR NOSOTROS.




Monserrat Jacobo
Moreliana enamorada del psicoanálisis y la literatura. Dos espacios que permiten hablar de lo terrible y bello de la cotidianidad que atraviesan las historias de las mujeres, para contarlo, cuestionarlo y muchas veces denunciarlo. Participo en talleres literarios como de Cara al Caracol y Sonámbula.

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